Una terapia sexual consta de cuatro fases:
1ª fase EVALUACIÓN
2ª fase HIPÓTESIS
3ª fase TERAPIA
4ª fase SEGUIMIENTO.
Consiste en recoger toda la información necesaria para comprender el problema del cliente, cómo se originó dicho problema y porqué sigue teniéndolo en la actualidad.
La evaluación suele consistir en varias sesiones de “entrevista” en las que el psicólogo le preguntará datos sobre su vida que estén relacionados con el problema. El número de sesiones es variable, y si se tiene pareja estable será conveniente que ésta acuda a una o varias de esas sesiones de evaluación para completar al máximo la información relevante para completar la evaluación. El psicólogo puede pedirle que se observe esa semana y apunte algunas cosas concretas, o puede pedirle que rellene unos cuestionarios sobre aspectos relacionados con su sexualidad y la de su pareja e incluso algunas hojas de registro acerca de algún aspecto concreto sobre su problema.
Debe ser lo más sincero/a y objetivo/a que pueda, y esforzarse por hacerse comprender. El psicólogo le irá resumiendo la información que le va dando. Corríjale en lo que no sea exacto, complete lo que falte y asienta cuando proceda.
A partir de la evaluación es cuando el psicólogo determina que técnicas ha de enseñarle. Por eso, cuanto más fiable sea esa evaluación, mejor será la terapia y antes solucionará sus problemas.
Cuando el psicólogo ya tenga toda la información sobre cómo se originó su problema y, sobre todo, cómo se está manteniendo actualmente, pasará a exponérselo de la misma forma que él se lo explica a sí mismo. Lo hará clara y directamente; pregunte cualquier duda y si no está de acuerdo, hágaselo saber.
A partir de ahí, y desprendiéndose directamente de la hipótesis, le explicará en qué consistirá su terapia y que técnicas específicas va a aprender. Esta fase dura habitualmente una sesión.
Superadas las dos fases anteriores, comienza la terapia. El terapeuta le enseñará estrategias concretas para superar su problema. Estas técnicas las aprenderá durante las sesiones terapéuticas. Y entre sesión y sesión, irá practicando lo aprendido.
A medida que las vaya dominando, las empezará a utilizar en su práctica diaria. No se asuste, el trabajo es progresivo. Nunca se le pedirá algo que el psicólogo no esté seguro que pueda realizar.
Además de la ayuda directa del psicólogo, seguramente será necesario contar con la ayuda de su pareja. Si este es el caso, el psicólogo le pedirá permiso para contactar con él o ella. Se le explicará y entrenará como co-terapeuta.
En esta fase más que en ninguna otra, es importante la práctica muy continuada. Acuérdese de que quien “suda la camiseta” es usted. El psicólogo no es un mago, tan sólo es su entrenador.
Aunque es variable, la fase de terapia suele durar entre cuatro y seis meses.
La finalidad de la terapia es conseguir que usted mismo/a controle y decida su propia vida sin depender o necesitar siempre el apoyo de tu psicólogo. El objetivo es crear independencia y seguridad, y es en esta fase cuando el psicólogo va soltando las riendas poco a poco para que compruebe que puede enfrentarse a los problemas que temía por sí mismo/a.
Ahí acaba la terapia psicológica, pero no su trabajo personal. Recuerde lo aprendido y úselo cuando lo crea conveniente.